Lágrimas en el granizo

Lágrimas en el granizo (Relato de Carlo De Amicis)

Es un día de verano y hace calor, mucho calor, pero el pequeño Carlo no lo nota.

Está en el patio de la casa de su abuela y, manteniéndose un poco a un lado para pasar desapercibido, mira atentamente a un grupo de niñas que se mueven en corro alrededor de otra niña y cantan.

Lagrimas en el granizo
«¡Oh, cuántas hermosas hijas, Señora Doré, oh, cuántas hermosas hijas!»
«Son hermosas y se quedan conmigo, escudero del rey – responde la niña del centro, la Señora Doré – Son hermosas y me las quedo».

Ese juego, un juego tradicional de las niñas italianas, lo intriga y lo sorprende al mismo tiempo. Lo encuentra un juego algo tonto, estéticamente hermoso, casi elegante, sin embargo le parece carecer de sentido. Para él, como buen chico que es, el juego es acción y la pobre Madama Doré no tiene ni pizca de acción.

«El rey le pide una, señora Doré… – cantan de nuevo – El rey le pide una».

Carlo simplemente no puede entender.
“Qué juego más tonto – piensa – Por supuesto que sería lindo ser rey. Si yo fuera rey, tendría mi castillo, una armadura, un caballo. Entonces, con mi hermosa corona en la cabeza, podría dar órdenes y todos tendrían que obedecerme; hasta esa aburrida de mi seño me tendría que obedecer, cuando yo tenga la corona en la cabeza y el cetro en mi mano; ¡como mola eso!».

Señora Doré

«Qué quieres hacer con ella, escudero del rey – canta la niña del centro- qué quieres hacer con ella»
«Le quiero dar marido, Señora Doré… – cantan las chicas sin importarles las nubes negras que estás ocultando el cielo-  Le quiero dar marido».

 

lagrimas en la llluvia
Lacrime nella pioggia

Mientras un fuerte viento alborota su cabello, Carlo piensa en lo lindo que sería vivir en la época de los caballeros. Ciertamente, esa no habría sido su forma de pedirle a la Señora Doré la mano de su hija..

Él se imagina que está participando en un torneo medieval. El heraldo de armas llama a los caballeros uno por uno y los presenta al público, blasonados con su arma, escudo y títulos nobiliarios.
«Lanza en ristre, galopo hacia mis oponentes y, uno tras otro, los derribo a todos. Luego, con una reverencia, recojo el pañuelo de la princesa y le declaro mi amor y ella…»

Madama Doré
Buuuum buuuum, dos truenos resuenan uno tras otro, devolviendo Carlo a la realidad, mientras una espesa granizada golpea la ciudad, poniendo en fuga a esos cobarditas que son la Señora Dorè y el Escudero del Rey.
Carlo observa el relámpago que atraviesa el cielo
«Es un dragón que escupe llamas para asustarme – piensa – pero mañana lo venceré cortándole la cabeza con mi espada. Así dejará de asustar a pobres doncellas indefensas, dragón maldito».
Al cruzar la puerta un trueno impresionante lo hace sobresaltarse.
Mientras su abuela le seca el cabello, escucha un aluvión incesante de truenos y relámpagos.
«Maldito dragón, realmente me estás asustando».


La abuela coge una hoja de olivo de una rama que cuelga de la pared.
«Es una rama de olivo del Domingo de Ramos -dice, quemando la hoja-, es un olivo bendito».
Y, mientras la hoja arde, recita una oración que Carlo nunca olvidará.
«Santa Bárbara y San Simón, libradme del relámpago y del trueno, del fuego y de las llamas y de la muerte solitaria».
Carlo se siente bien, ya sabe que no necesitas una espada para derrotar a un dragón malvado, necesitas una oración y el amor de una abuela.

FIN

_______________
«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir
(Blade Runner)

Como lágrimas en la lluvia, así serán nuestros recuerdos. Se irán cuando crucemos el umbral del misterio, cuando el corazón deje de latir.
Pero incluso antes de eso comienzan a irse, secuestrados por la lluvia del tiempo.

Los fantasmas benévolos del pasado han venido a visitarme en los últimos días: imágenes, emociones, pensamientos de la infancia se han presentado en mi mente. Imágenes descoloridas pero vivas.
Antes de que la lluvia los borre, quise fijarlos transformándolos en una historia, en un relato.
Fusioné recuerdos separados, separados y confusos en una sola historia, porque sólo así esos recuerdos pueden expresar el significado que tienen en mi vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close