Nochebuena en la estación

(Cuento de Navidad de Carlo De Amicis)

Hacía frío en la estación de Bérgamo. K sacó otro jersey de su mochila, preparándose a pasar allí la Nochebuena. Se sentía bastante jodido:  lo había planificado todo para llegar a Verona a tiempo para ir a la misa del gallo con sus hijos, su hermano, sus primos y sus amigos. A continuación, hubieran tenido un ágape en una sala de la parroquia, un momento de fiesta.
Pero no podía ser: su avión se había retrasado y ya no quedaban trenes para su ciudad.
El enfado se le fue pensando en que, hace mucho tiempo, una joven madre había dado a luz a su bebé en un pesebre, acompañada por su esposo.
K sentí su corazón llenarse de alegría, pensando en que aquella misma noche ese niño volvería a nacer, trayendo luz a este mundo.

El primer tren saldría de Bérgamo a las seis de la mañana y sólo eran las ocho de la tarde. Siendo el día que era, estaban previstos menos trenes que en un día normal.
K era el único pasajero en la estación, sin embargo, K no estaba solo en aquel lugar. Varios sin techo iban también a pasar allí la Nochebuena.

"Va a ser una noche muy larga - se dijo a sì mismo, sentándose en un banco- más vale ponerse lo más cómodo posible."

"¡Qué frío que hace - dijo un joven de aspecto desaliñado que estaba sentado en el banco en frente del suyo - vaya Nochebuena vamos a pasar.  Es la primera vez que te veo en este sitio ¿eres nuevo?"

"Mi avión se retrasó y ya no quedaban trenes -contestó K sonriendo- entiendo que tú eres cliente habitual de este hotel de cinco estrella"

"A veces duermo en una parroquia o en el albergue, pero hoy tenían overbooking. ¿No tendrías un cigarrillo?"

"Lo siento, pero no fumo amigo - dijo K abriendo su mochila- pero si quieres un poco de jamón serrano, es muy bueno. Lo estaba llevando para mi familia. Vista las circunstancias, mejor no los comamos tu y yo."
"Me encanta el jamón serrano - replicó el joven cogiendo una loncha- aprendí a apreciarlo cuando hice el camino de Santiago"

"¿Puedo probar yo también ese jamón? - dijo una mujer tumbada en unos cartones y envuelta en una vieja manta - Tengo un hambre horroroso".

Así fue que, poco a poco, se formó un corrillo extravagante, comiendo todo lo que K llevaba consigo: jamón, queso mantecados. A ellos se incorporaron tres voluntarios de los Ángeles de la Noche que habían traído café caliente.
Al cabo de un tiempo, aquella curiosa tropa empezó a cantar villancicos. K respiraba alegría, se sentía feliz, absurdamente y absolutamente  feliz, como viviendo un sueño.

"Gracias K - dijo el joven  - gracias de corazón"
"Pero como es posible que sepas mi nombre- exclamó K - no nos hemos ni presentado."

"Yo lo sé todo de ti querido K - dijo el joven sacando un pan de una bolsa. Después de una pausa lo partió diciendo
"Tomad y comed todos de el ....

"Despierte señor, ya hemos llegado al aeropuerto de Bergamo - dijo la azafata sacudiendo con dulzura a K - Parece que estaba usted muy cansado. Hemos aterrizado diez minutos antes de lo previsto. Los demás pasajeros han bajado ya"

"Es cierto, estaba muy cansado  - contestó- y he tenido un sueño muy bonito. Feliz Navidad."

"Feliz Navidad"

Con esa sensación de felicidad en su corazón, bajó del avión.
Poder participar en aquella misa,celebrando el nacimiento del Niño Jesús rodeado por las personas que tanto quería fue para él algo realmente especial.

"Vamos en la sala aquí al lado - dijo uno de sus amigos- hemos preparado una gran fiesta'

"Una gran fiesta nos espera a todos. Pero no aquí, la fiesta nos espera en la estación de Porta Nuova. Coged toda la comida que podáis y seguidme. Jesús nos espera allí"

Media hora después el grupo llegó a la estación para celebrar de una forma inesperada la Navidad, una Navidad mucho mas feliz de lo que K y su gente hubieran imaginado

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