A veces me pregunto Señor
Si aún quedan hombres en este mundo
Sí, Señor
Me entristece ver tanto dolor
Me duelen las guerras
Me duele el hambre
Me duele la soledad de los excluidos
Sobre todo me duele la indiferencia de tantos
Y la impotencia de muchos
Tú, Señor, sabes
Hasta qué punto me duele.
Mi alma llora y duda.
Mi alma duda
de que aún queden hombres:
¿Son hombres los que miran
Hacia otro lado? ¿Los que no arriman el hombro? ¿Los que se sienten superiores a los demás?
Mi alma se siente perdida,
Impotente, desamparada.
Es tan hermoso
este minúsculo planeta
que nos regalaste
Podría ser hogar del hombre
Pero la convertimos en guarida de lobos
Podría ser reino de amor: podría no sería difícil.
Pero, la convertimos en imperio del odio, del egoísmo y de la violencia.
Cuando miro a mi corazón, Señor, allí también encuentro miseria y dudo: dudo de mí, dudo de Ti, dudo de la vida.
Siento como si Tú estuvieras lejos, como si Tú callaras y lloro.
Y, cuando lloro, vuelves a mi.
Dios del cielo, vuelvo a verte
Te veo cuando contemplo las estrellas, la luna, el sol.
Te escucho en el canto del pájaro y en los truenos de una tormenta.
Te toco en la hierba de los prados, en la arena, en los guijarros.
Tú conviertes mis lágrimas en gozo, Padre que estás en el cielo.
Estás en el cielo
Y en mi corazón
Es fácil verte, cuando me quito la venda
Sólo puedo darte las gracias, Señor.
¿Sabes qué pienso?
Que Te estaré siempre agradecido Señor
Gracias a Tí, que haces grande a todo lo pequeño y haces pequeño a todo lo grande
Gracias porque toda la creación habla de Tu amor
Porque la luz es más fuerte que las tinieblas
Porque más puede un amor minúsculo
Que el odio más grande
Gracias, gracias y gracias