Cuando empieza un camino de 264 km, el peregrino sabe que le van a pasar cosas: sabe que habrá momentos de magia y momentos de crisis. Así es el camino, así es la vida.
Empieza a caminar en Roma, la ciudad eterna, con destino Asís. Emocionado contempla la majestuosa Basílica de San Pedro y le pide a unos turistas que le saquen una foto, para tener un recuerdo. En la foto, no trasparen los nervios que tiene, sin embargo es un increíble torbellino de emociones lo que él siente en su corazón.
El caminante sabe que, por mucho que tenga planificado su recorrido, habrá muchos imprevistos.
«No te preocupes, Carlo – se dice a sì mismo, acordándose de la película The Blues Brothers – estás en una misión de Dios, nada malo te va a pasar «.
Sonríe y se pone en marcha.
El imprevisto más destacado se le produce en la octava etapa de camino. Tiene que ir de Ferentillo a Spoleto y le aconsejan de llegar hasta Santa Anatolia y allí coger el sendero que pasa por una antigua línea ferroviaria que unía Spoleto y Norcia.
Una vez llegado a Santa Anatolia, mira su reloj y calcula el tiempo que necesita para llegar a Spoleto: si no hay contratiempos, llegará anocheciendo, y eso en un camino muy solitario, que además no conoce para nada. Sabe que es una antigua linea ferroviaria de montaña, con tuneles muy largos y viaductos. Pone cara de preocupación y duda un poco entre seguir y buscar un plan B. Pero, al final sigue adelante.
El primer túnel no es transitable y hay un desvío, pero a él eso no se preocupa en exceso, puesto que le habían avisado de ello. Caminando, llega al segundo túnel: entra en el y sigue adelante en la oscuridad. Es más largo de lo que pensaba: la oscuridad es total y tiene que encender la linterna del móvil.
«Vaya – piensa – sólo me queda un 40% de batería, antes del próximo túnel es mejor que saque de la mochila la luz frontal»
Cuando sale del túnel coge la frontal y desactiva una aplicación que permite a sus amigos saber por qué parte del camino está transitando.
«Me da pena tener que desactivar Wikiloc. Cuando camino solo me siento más seguro si mis amistades saben dónde estoy en cada momento. Pero, más seguridad me da tener algo de batería que me permita pedir ayuda si hace falta y aun queda mucho por andar»
El peregrino pasa unos cuantos tuneles y viaductos. Se cruza con dos ciclistas
«Dusculpad ¿creéis que puedo llegar a Spoleto antes de que anochezca?»
«Lo veo difícil – contesta uno de ellos – aun te queda bastante. Pero el camino está bien «
El caminante recorre así un tramo más y se sorprende cuando antes de un túnel vé un letrero: «TÚNEL NO TRANSITABLE». Se sorprende de que los ciclistas no le mencionaran ese desvío, pero una flecha indicando de ir a la derecha lo convence a hacer caso al letrero. Sigue así caminando y pasa cerca de un grupo de casas deshabitadas. Hay un viejo FIAT PANDA aparcado, pero parece abandonado. Así que sigue caminando y siguiendo las flechas que de vezen cuando encuentra. De repente, se percata de que las flechas son de la carrera de Mountain Bike Spoleto Norcia. Se encuentra perdido, en lo alto de una montaña. Perdido, con un 15% de batería y anocheciendo en breve.
«Tranquilo – se dice a sì mismo- tienes comida, agua, una luz frontal y un buen saco de dormir. Encima, estás en una misión de Dios «
Es una persona precavida, así que llama a los Carabinieris de Spoleto para ponerlos en conocimiento de la situación. Así, si las cosas se complicaran alguien sabría dónde buscarlo. Después apaga el móvil para ahorrar lo poco de batería que le queda.
Decide regresar donde el Fiat Panda.
«Quizás ahora esté alguien. Además – piensa – es un buen sitio si tengo que acampar esta noche».
Llega alli ya de noche y viendo que no hay nadie se prepara para acampar, cuando aparece un coche. Es alguien vive en ese lugar y le explica cómo se llega hasta la carretera.
Con la frontal encendida, el peregrino camina por un sendero en el medio del bosque. Siente cierto miedo, aunque esté en una misión de Dios. La fé y el sentido del humor son buenas herramientas para controlar el miedo y el peregrino tiene las dos cosas. Siempre ha sido una persona muy espiritual. A lo largo su vida ha tenido muchas crisis, y su fé ha estado como apagada en muchos momentos. Sin embargo, toda su vida ha sido una búsqueda: de la verdad, de lo auténtico, de lo divino
A veces recuerda el día de su primera comunión; en aquellos instantes sentía la presencia de Dios en su corazón. Un Dios amoroso que le guiaba y protegía
Desde su infancia, el peregrino siente una conexión muy intensa con la naturaleza. Le encanta andar por los Alpes. Observando las cumbres, los abetos, las flores, los ríos, él percibe (y con qué fuerza) la presencia de Dios y llora de felicidad. Posiblemente por esta razón se siente especialmente atraído por San Francisco de Asís. San Francisco, que vivió en pobreza, tal como propone el Evangelio y que en ocasiones predicaba a los pájaros.
Y cuando piensa en su vida, el caminante tiene la certeza de que una mano amorosa lo ha siempre protegido, ayudándole a no hundirse del todo en los momentos más duros.
Si el sentido del humor es una buena herramienta para controlar el miedo, el peregrino està bien equipado: sabe reirse de sí mismo y de las cosas que le pasan y sabe encontrarle el lado cómico a situaciones complicadas. Además, está convencido de que con sentido del humor es más fácil encontrar la solución a los problemas de la vida.
El caminante no deja de caminar en la oscuridad del bosque. Se siente un poco Blancanieves y la casa de los siete enanos sin aparecer. Camina cansado e inquieto, y sólo se tranquiliza cuando llega a la carretera nacional 395.
Sabe que está en el camino que le llevará a Spoleto y eso le tranquiliza, pero el cansancio es mucho. Muy a lo lejos vislumbra las luces de Spoleto, pero le quedan más de 8 kilómetros.
La carretera está completamente desierta. Tan cansado como está, daría lo que fuera para que pasara un coche y lo llevara hasta Spoleto y, al fin y al cabo, està en una misión de Dios. Está pensando en esto, cuando escucha un coche aproximándose: el peregrino saca el dedo pulgar y a continuación junta las dos manos haciendo um gesto de súplica.
El coche para. Están tres personas en el , pero al caminante le parecieron tres ángeles. Veinte minutos después el viandante llega a Spoleto. Está reventado, mas alegre, esperanzado y más fuerte. En ese momento se da cuenta de que él nunca llegará al final del camino. No, no llegará porque el peregrino que camina ahora ya no es el mismo que salió de Roma ocho días antes: el camino lo ha cambiado. Tantos días con ese Dios que él percibe en los bosques y los montes, con hermano sol y hermana luna y las estrellas han hecho mella en su corazón
El peregrino que llega no es el mismo que empezó el viaje: ahora tiene una experiencia. Un percance se ha convertido en una oportunidad: la oportunidad de enfrentarse a sus fantasmas, a sus miedos y descubrir que tiene la fuerza de vencerlos. Sí peregrino tu puedes, no tengas miedo, y menos si estás en una misión de Dios.
Alguien me ha contado que hace poco volvió a ver ese peregrino en el aeropuerto de Bergamo; se le veía feliz.
2 thoughts on “En misión, como los Blues Brothers.”
Que experiencia tan enriquecedora,con tanto visto,sentido,escuchado,me doy cuenta lo importante del humor,en ocasiones,y en los momentos complicados,como te admiro por compartir esta experiencia tan maravillosa,que no dudo en que te haya cambiado la vida,siempre bajo el abrigo de Dios.Enhorabuena por ser tan valiente,y no decaer,eres ejemplo de muchas cosas para mi amigo Carlo.Siempre que dios te bendiga.Gracias por ser tan generoso.
Que experiencia tan enriquecedora,con tanto visto,sentido,escuchado,me doy cuenta lo importante del humor,en ocasiones,y en los momentos complicados,como te admiro por compartir esta experiencia tan maravillosa,que no dudo en que te haya cambiado la vida,siempre bajo el abrigo de Dios.Enhorabuena por ser tan valiente,y no decaer,eres ejemplo de muchas cosas para mi amigo Carlo.Siempre que dios te bendiga.Gracias por ser tan generoso.
Gracias de corazón, Rosa