Cuando yo he sido yo, caminé por nuestras calles sonriendo serenamente, riéndome con el más tonto de los chistes y juntándome con toda clase de personas.
Cuando yo he sido yo, el miedo me seguía haciendo compañía, pero no decidió por mí.
Cuando yo he sido yo, tú y yo nos abrazamos y nuestros besos eran eternos: ser tiernos no era un lujo. La alegría me acompañaba, tanto en las derrotas como en los triunfos.
Cuando yo he sido yo, no hicieron falta palabras: una mirada, una sonrisa; caminando de la mano hasta en la distancia. La verdad latiendo dentro de mí.
Cuando yo he sido yo, perdoné nuestros errores y acepté mi torpeza, retomando el camino esperanzado; abracé mis dolores entre lágrimas y cantos, cuando yo he sido yo.
Dejé de buscar excusas, pretextos, culpables y me hice cargo de los latidos de mi corazón, pidiendo perdón siempre y permiso sólo de vez en cuando: eso fue cuando yo he sido yo.
Cuando yo he sido yo, acepté ser feliz sin merecerlo, empezando a respetar mi esencia. Dije que sí o que no y tomé mis decisiones, acertando a veces y equivocándome otras. Aguanté ausencias inaguantables y, si bien el sufrimiento del mundo me desgarraba cuando yo he sido yo, la esperanza siempre regresó bailando bajo la lluvia.
Cuando yo he sido yo, la luz de la aurora me guiñó su ojo cada mañana, los pájaros cantaron para mí, las puertas se abrieron, las murallas se derrumbaron.
Así que, seguiré siendo yo, seguiré por mi camino a mi manera, seguiré regalándote mi sonrisa. Si quieres, puedes acompañarme, mientras tú seas tú.
Ser uno mismo, a nuestra manera… Que bonito
Gracias Carmen
Gracias