Mensajes en botellas: Ya han pasado 10 días desde que el gobierno ha declarado el Estado de Emergencia.
Seguro que, en estos días de confinamiento, más de unos nos sentimos casi cono náufragos perdidos en una isla desierta.
Una sensación rara, indescriptible, se ha adueñado de nuestras almas.
Como cada buen náufrago, cada uno de nosotros ha enviado mensajes en una botella: botellas de marca Samsung, IPHONE o Huawei …
Y, hablando de mensajes en la botella, tengo que decir que siempre me encantó la canción Message in a bottle, de The police.
Es por esta razón que, a continuación, comparto contigo una traducción de sus letras y el vídeo de la misma.
Message in a bottle
Simplemente un náufrago.
Una isla perdida en el mar.
Otro día solitario
Con nadie aquí más que yo.
Más soledad
Que la que ningún hombre pueda resistir.
Rescátenme antes de que caiga en la desesperación.
Enviaré un SOS al mundo.
Enviaré un SOS al mundo.
Espero que alguien reciba mi
Mensaje en una botella.
Ha pasado un año desde que escribí mi nota
Pero debería haber sabido esto desde el principio.
Sólo la esperanza puede mantenerme.
El amor puede arreglar tu vida
Pero el amor puede romperte el corazón.
Enviaré un SOS al mundo.
Enviaré un SOS al mundo.
Espero que alguien reciba mi
Mensaje en una botella.
Salí a caminar esta mañana,
No puedo creer lo que vi.
Cien mil millones de botellas
Arrastradas por el mar en la playa.
Parece que no estoy solo en esto de estar solo.
Cien mil millones de náufragos
Buscando un hogar.
Enviaré un SOS al mundo.
Enviaré un SOS al mundo.
Espero que alguien reciba mi
Mensaje en una botella.
The Police
Es una canción que refleja muy bien la soledad que demasiadas personas experimentamos en nuestra vida de cada día, en esta sociedad consumista y enferma. Me hace reflexionar sobre esta vida (que no es vida) centrada en el éxito, la apariencia y lo material. Vivimos los unos al lado del otro y nos miramos sin vernos, nos escuchamos sin oirnos, nos rozamos sin tocarnos, o hacemos el amor sin amarnos. Aviones, trenes, estadios de fútbol abarrotados de personas solas. Personas solas y tristes, que ni se atreven a enviar su mensaje en una botella, aunque tal vez vacíen más de una botella o tomen más de una pastilla para llenar un vacío que ni botellas ni pastillas pueden llenar.
Personas solas entre la gente, personas solas que lloran sin lágrimas. Solas, solas, solas.
La paradoja de la vida (y de la muerte) ha querido que fuera necesario un virus (de cuyo nombre, vuelvo a repetir no quiero acordarme) que nos ha obligado a un confinamiento forzoso, para sentirnos menos solos, para que nuestra mente empezara a ver a nuestro hermano, sin que fuera necesario mirarlo, a oír la voz de nuestro amigo sin que hiciera falta escucharlo, a tocar nuestras almas sin rozarnos y a hacer el amor sin tener sexo.
Este virus nos abrió los ojos: durante unos días nos va a ocultar ese tesoro tan grande que recibimos y que no supimos valorar. Este virus nos está enseñando que siendo millonarios vivíamos como pobres. Este tesoro se va a quedar oculto durante un tiempo más, pero regresará y podremos volver a disfrutar de «aquellas pequeñas cosas que hacen que lloremos cuando nadie nos ve», tal como cantaba Joan Manuel Serrat, entonces volverán los abrazos, las risas. Será la paloma de la paz la que nos dirá que la pesadilla ha acabado, y bailaremos: tendremos menos dinero, pero seremos más ricos. Seremos auténticos millonarios de la alegría. Y cuando en el futuro vuelvan otra vez los cantos de necias sirenas para pedirnos que dediquemos nuestro tiempo a acumular bienes materiales, confío en que les contestaremos con las palabras de Zaz (una cantante a la que adoro):
«Quiero el amor, la alegría y el buen humor
No es su dinero el que me hará feliz
Yo quiero morir con la mano en el corazón«