Memorias de un teletubby 🇪🇸 (ES)

Memorias de un teletubby: primer lunes desde la declaración del estado de alarma.

Como cada mañana, a las 7 horas, cojo mi bicicleta para dirigirme a trabajar al Hospital Marítimo de Torremolinos.

Memorias

Suele haber poca gente a esa hora, pero hoy es menos que poca. Parece una escena de Vanilla Sky y voy pedaleando algo más despacio, acompañado por mis pensamientos.

En la acera, al otro lado de la calle diviso a una mujer que va caminando con paso ligero: lleva mascarilla y la intuyo o tal vez la imagino preocupada por esta crisis.

No sé quién es, o mejor dicho sé que, al igual que yo, es humana, una hermana desconocida. Un poco más adelante veo a otro hermano desconocido, con su perro. «Buenos días hermano – digo dentro de mi – buenos días».

Pedaleo en silencio, Benalmádena está ya a mis espaldas y tránsito por El Pinillo, pensando. ¡Cuántos hermanos desconocidos! Nunca hubiera pensado en acercarme a ellos en un día cualquiera. Hoy tampoco lo hago, pero siento el deseo de acercarme, de darles un abrazo fuerte.

Echo de menos no poder darles un abrazo, un abrazo en el que nunca hubiera pensado. Suelo decir que estoy seguro de que en mi anterior vida era un Teletubby ¿Tinky Winky, Dipsy Laa-Laa o Po? eso lo ignoro, pero uno de ellos.

Pero, hoy siento sensaciones muy extrañas dentro de mi: sensaciones, emociones, pensamientos. Mi mente viaja a Berlín, a «el cielo sobre Berlín», una de mis películas favoritas. Hoy me siento identificado con Daniel y Cassiel: dos Ángeles que, desde arriba observan a los humanos viviendo.

Escuchan sus pensamientos, sus preocupaciones, sus inquietudes: observan, sin poder hacer nada por ellos, porque si naturaleza es espiritual.

En una escena Cassiel y Daniel hablan entre ellos de algunas de las escenas de que han sido testigos. Lo que sigue es una parte del diálogo que mantienen:

CASSIEL Y tu ¿tienes algo para contar?

DANIEL Un transeúnte que cerró el paraguas en medio de la lluvia y se dejó calar

Un colegial que describía a su profesor cómo crece el helecho de la tierra y sorprendió al profesor.

Un ciego que palpó su reloj al sentir mi presencia.

Es maravilloso vivir sólo en espíritu, día a día para la eternidad, atestiguar sólo lo espiritual de la gente. Pero a veces me hastía mi presencia de espíritu. Y ya no quisiera ese flotar eterno, quisiera sentir un peso que anulara en mí lo ilimitado y me atara a la tierra. Poder, a cada paso, a cada golpe de viento, decir «ahora» y «ahora» y «ahora»… Y ya no más «desde siempre» y «para siempre».

Tomar el asiento libre de un partido de cartas, ser saludado aunque sea sólo con un gesto.

«Siempre que nos hemos dejado dislocar la cadera en peleas nocturnas, en apariencia. Hemos capturado un pez, en apariencia. Nos hemos sentado a las mesas, hemos comido y hemos bebido, en apariencia. Nos hicimos asar corderos y servir vino allá en las tiendas, sólo en apariencia. No pido engendrar un niño o plantar un árbol, pero ya sería algo, de vuelta a casa tras un largo día, dar de comer al gato como Philip Marlowe. Tener fiebre, tener los dedos negros de leer el periódico. Fascinarme no sólo por el espíritu, si no, al fin, por una comida, por la curva de una nuca, por una oreja.

¡Mentir como respirar! Sentir que al andar, tu esqueleto anda contigo. Intuir, por fin, en vez de saberlo todo. Poder decir «Ay» y «Ts» y «Ah» y «Aj», en vez de «Si» y «Amén».

Sentir al fin lo que es quitarse los zapatos debajo de la mesa y estirar los dedos de los pies así descalzo.

CASSIEL ¡Quedarse solo! ¡Dejar que las cosas ocurran! ¡Permanecer serios! Sólo podemos ser salvajes mientras permanezcamos serios. ¡No hacer otra cosa que mirar, recolectar, testimoniar, preservar! ¡Permanecer espíritu! ¡Mantener la distancia! ..»

Pedaleando me sentía como Daniel, deseando ese sentir auténtico que sólo en el contacto se manifiesta: esos abrazos eternos donde los corazones se fusionan y el tiempo parece detenerse, esos abrazos que hacen que los humanos volvamos a ser hermanos.

Y sin embargo, hay un momento a lo largo del día en que siento que todos los hermanos desconocidos nos abrazamos: a las ocho de la tarde, cuando todos los españoles (y algún italiano ) salimos al balcón o nos asomamos a la ventana aplaudiendo a los Sanitarios que están en primera línea en la lucha contra este maldito virus. Es nuestra forma de abrazar al personal sanitario, pero más aún para abrazarnos entre nosotros, para alejar ese miedo que todos sentimos: aunque no lo digamos, aunque sepamos que esta batalla la vamos a ganar, este virus nos viene a recordar nuestra fragilidad, nuestra indefensión. Con el «abrazo colectivo» de las ocho estamos diciendo «Ánimo hermanos, somos seres pequeños, pero unidos hemos hecho grandes cosas, no tengáis miedo, no estamos solos»

Y mientras pienso esto veo a mi izquerda el Carrefour de Centro Costasol, después miro a la derecha y a lo lejo veo que el sol va surgiendo al horizonte y tiñe el Mediterráneo de miles de colores, «and I think to myself, what a wonderful world». Y, acordamdome de esa hermosa canción de Luis Armstrong, acelero que quiero llegar a mi trabajo temprano.

Te abrazo hermano

No tengas miedo, te doy mi palabra dé Teletubby que cuando esto acabe será la fiesta del abrazo.

7 thoughts on “Memorias de un teletubby 🇪🇸 (ES)

  1. Eres el Ser más especial que he conocido nunca ……quiero muchos abrazos de todos los hermanos que nos rodean ….sueño con esos abrazos, con el contacto……quizás algún día…..ahora no 😔

  2. Sin duda eres pura sensibilidad,ternura,comprensión,y sobretodo generosidad….
    Creo que yo también me siento un teletubi,sin esos abrazos virtuales,de los balcones,no podriamos llenarnos de cariño y humanidad.Quiero agradecerte tu labor,profesional,y sobretodo la humanidad que tienes,seguiremos guardando los abrazos fisicos…..y haremos la gran fiesta!!! Sin miedos y felices,gracias por tu nobleza y humildad,que llenan tantos corazones,hoy más que nunca.👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

    1. Gracias Rosa, Gracias gracias gracias

  3. Y como te conozco, sé que tu paciencia es infinita y en un segundo, tras escuchar el lamento de los que te buscan, una sola palabra tuya nos devuelve al lugar exacto donde está lo verdadero y firme. Y no eres un gurú ni un Dalai Lama, menos mal, eres un psicólogo en bicicleta a la orilla del mar…

    1. Un gran abrazo Luz, muy fuerte

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